Bieeeen, luego de un megahiatus, regreso a postear.
Ah, y gracias a DarkSoulZero 1 en Youtube, que realizó videos narrando creepypastas que subimos aquí, en concreto el Efecto Lavender, Hell's Bell y unos cuantos otros más.
NOTA: Si alguien encuentra esto en Google y decide postearlo en otros lados, por favor den crédito por la traducción. xD
Y denle créditos a The Fraternity (duh, este lugar) y fyeahpokemoncreepypasta, de donde saco las historias en inglés.
15. Virus. "Han sido unos meses interesantes, por decir algo. Ahora que he encontrado refugio en una vieja cabina afuera de Viridian City, o lo que queda de ésta, he decidido preservar mis experiencias de este desastre.
Quién sabe, igual alguien podría escucharlas en el futuro. Mi nombre es Steven Carson, y fue un entrenador de Gimnasio en Cinnabar Island. Tal vez puedan escuchar el ligero zumbido de mi Pokémon detrás, ese es Magnum, mi Magneton.
Lo encontré hace tres años vagando en las ruinas de la mansión Cinnabar, y por lo que pude ver, perteneció a alguno de los científicos que trabajaron ahí. Eso explicaría porqué fue particularmente difícil atraparlo.
Bien entrenado, fuerte, pero no era rival para el Combusken que tenía entonces. Combusken ya evolucionó desde entonces, y está allá afuera vigilando el perímetro mientras hablamos. Recuerdo el día que empolló, un regalo de mi prima en Hoenn, Flannery.
Todavía recuerdo la sonrisa de Blaine cuando le dije que iba a nombrar a mi Torchic en su honor. Una sonrisa que nunca veré de nuevo, temo. Blaine fue... una de las primeras víctimas de la aflicción que afecta al mundo actualmente.
Lo recuerdo hasta este día, corriendo y mirando atrás para ver el horror en su rostro mientras su propio Magmar mordía su brazo. Un rostro que recuerdo siempre cada que envío a mi Blaziken a pelear.
Era un buen hombre, Blaine; inteligente, divertido, un buen líder de Gimnasio también
Cuando me refugié en las colinas que rodeaban el volcán, todo lo que podía pensar era encontrar al responsable de lo que sea que le hubiese pasado a su Pokémon. Claro que, nunca tuve mi oportunidad, pues la maldita cosa era un... error de la naturaleza.
Pokérus mutado, o algo así dijeron los medios.
No dijeron donde empezó, creo que en algún lugar de Johto, pero viajó realmente rápido.
Este... virus, lo que sea que fuese, cambiaba a los Pokémon. Se metía en sus mentes, los hacía enfermar. Ví como pasaba, estaba en el centro Pokémon cuando ví a mi propio Torkoal sucumbir ante ello.
Otro regalo de Flannery, ella siempre fue muy generosa, queriendo que siguiera sus pasos. Torkoal no vivió mucho, apenas y lo conocí. Lo mordió un Rattata mientras entrenábamos en l amansión, y claro, la pequeña rata pagó el precio por morder a un tipo fuego, pero el daño ya estaba hecho. Estuve a su lado cuando ví los ojos de Torkoal cerrándose por una última vez y su último respiro.
Esto estaba pasando en todo el país, había historias inundando los noticieros, sobre Pokémon salvajes comportándose erráticamente, mordiendo y arañando hasta que no podían continuar.
Entonces comenzó la infección, entrenadores abarrotando centros Pokémon por cientos y quejándose de que sus Pokémon estaban colapsando. Todos murieron, uno por uno. No creo recordar una sola historia de un Pokémon sobreviviendo siquiera un arañazo de los infectados.
El problema fue... que no permanecieron muertos.
Lo ví por mi cuenta mientras estaba lamentándome por mi Torkoal, me senté por horas a su lado solo mirando. Nadie me pidió que me moviera o nada a pesar de la conmoción, pues Cinnabar estaba realmente en calma al inicio.
Fue luego de cuatro horas que me dí cuenta, un pequeño espasmo en su pata delantera. Naturalmente, estaba asustado a más no poder, pues la enfermera dijo que había muerto hace horas, y su caparazón estaba frío, pero se movía. De pronto, se puso de pie, justo como los otros.
No sabía que esperar, pues tenía sentimientos encontrados. No sabía si llorar o reír, pero entonces me dí cuenta de que no estaba respirando. Eso fue lo que me asustó. No tuve tiempo de tomar una decisión, pues se abalanzó hacia mí antes de que pudiera hacer algo. Al ser casi de roca sólida en ese momento hizo que se volviera sumamente lento, así que lo esquivé fácilmente. Llamé a las enfermeras, saqué a Blaine de su Pokéball y lo miré.
Tan mal como estaba, aún así sabía que este no era el pokémon que había visto morir frente a mí, esto era otra cosa.
El virus lo controlaba y había reemplazado al amigo que conocía. Aún tan desgarrador como era, supe qué había qué hacer, y también Blaine. Retrocedí mientras escuché la roca volviéndose polvo ante una serie de patadas que sabía que no tenían la misma pasión que usualmente tenía mi Blaziken. Sabía que era una especie inteligente de Pokémon, y seguro estaba tan consternado como yo.
No sé porqué, pero me sentí obligado a salir del centro tan rápido como pudiera. Caminé desde el cuarto trasero para ver a una ve las enfermeras acorralada por un Staryu, con un color negro como el cielo nocturno en la joya normalmente brillante de su centro. Retiré a Blaine y envié a Magnum, quien se encargó rápidamente de eso.
Tener órdenes de matar no era algo a lo que mis Pokémon estuviesen acostumbrados, pero se hicieron rápidamente a la idea de que esto no estaba bien. Fue algo bueno que nos largáramos cuando pudimos, pues resulta que alguien en el centro había sido mordido, y fue aquí cuando nos dimos cuenta de que no solo los Pokémon sufrían esta enfermedad.
Desde entonces fue un caos total.
La gente entró en pánico, el orden desapareció y era cada quien por sí mismo. Antes de que las líneas de comunicación fallaran, me enteré de que Saffron City fue la más golpeada, con algunos de los infectados originales llegando en el Magnet Train desde Goldenrod.
La milicia había estado dándoles con todo, pero estoy seguro que había problemas más grandes allá afuera.
Escuché que la Elite Four había sido enviada a Cerulean para tratar con algo dentro de la caverna que estaba cerca. Cemonios, no sé qué era, pero sí sé que hay cosas muy poderosas hí.
Flannery me dijo que Hoenn ya había sido afectada, probablemente una nave de Olivine causando problemas en Slateport.
No pude tener otra oportunidad de hablar con ella desde entonces. Espero que aún esté bien.
Cuando... si es que termina, tal vez iré a Fallarbor Town. Mi hermano Terry quizá siga viviendo ahí, en casa de papá. Ni idea donde esté papá, él se fue con su Salamence luego de que mamá nos abandonó.
God, ¿dónde estaba? Ah, sí. Bueno, luego de que la mierda se desbordó en Cinnabar, decidí que sería mejor moverme. Tomé cuantas provisiones pude cargar y me encaminé al muelle al norte. Conociendo mi suerte, no había un bote en kilómetros.
Al ser un recluta de Gimnasio, estaba más entrenado en el manejo de Pokémon de tipo fuego. No sabía nada sobre tipos agua.
Aún así, no habría querido surfear en esas aguas, quien sabe qué podría haber sido infectado allá abajo. Fue realmente poco ortodoxo, pues decidí que Magnum era mi mejor opción.
Lo envié, apuntándole a Pallet Town, más allá del mar; y me sujeté de dos de sus magnetos. "Magnet Rise", dije, y despegó. Llevábamos unos 20 minutos volando cuando me dí cuenta de el enorme esfuerzo que esto suponía, sin mencionar el que sufrían mis brazos al sostenerse con una mochila llena de comida y herramientas.
Me dejó en un islote a medio camino y entonces decidí sacar a Blaine para un pequeño desayuno.
No lo oímos al principio, probablemente hacíamos más ruido al comer, pero el llanto se intensificó eventualmente y Blaine me lo indicó. Había un Lapras salvaje a unos 20 metros de nuestra pequeña isla siendo atacado por un Tentacool. Reconocí la mirada en los ojos del Tentacool, estaba muy lejos de seguir vivo. Magnum había descansado, así que lo envíe para encargarse del atacante del Lapras. Un relámpago más tarde y regresó con lo que solo puedo creer que era una mirada satisfecha en sus ojos, en los tres. Nuestra buena obra del día no había pasado desapercibida, pues el aterrado Lapras nadó hacia nosotros, como si confiara más en nosotros que en un mar lleno de zombies.
Nunca fui bueno con los tipo agua, no me gustaban mucho las cosas babosas, pero no le iba a decir que no a otro compañero en esta expedición por la supervivencia. Le dí algunas bayas de mi mochila, a pesar de la desaprobación de Blaine, y nos llevó el resto del camino hacia las costas de Pallet Town. Magnum se probó útil continuamente en el camino, pues ese Tentacool no era el único buscando una forma de diseminar su infección.
Me trepé al muelle del sur de Pallet Town y regresé a Magnum a su Pokéball. Miré al Lapras, preguntándome como se sentiría al ser capturado sin pelear, pero parecía querer estar a mi lado.
Tomé una Pokéball vacía de mi cinturón, apreté el botón para hacerla expandirse a su tamaño total y me paralicé al ver una sombra masiva apareciendo en el agua tras el Lapras.
Antes de que pudiera hacer algo más que gritar, el Gyarados más jodidamente enorme que hubiese visto en mi vida, saltó de la superficie del agua y mordió fuertemente al noble Lapras que nos había traído hasta aquí. El sonido de los colmillos rompiendo el caparazón de la pobre criatura es algo que no podré olvidar. Hacer un amigo y perderlo ese mismo día ante una serpiente marina más grande que una casa.
Gran forma de celebrar mi cumpleaños 22.
¿Qué pasa, Blaine? ¿Algo afuera? ...Uh huh, okay, descansa. Magnum seguirá manteniendo guardia por el resto de la noche. Aún así, no creo que duerma hoy.
…
…
No sé qué tanto del lenguaje humano entiendan estos sujetos, pero estoy seguro que les he enseñado unas cuantas maldiciones en camino a Pallet Town. Considerando todo, el lugar estaba desierto. Encontré esto muy extraño, sobretodo por el número de Pokémon en el laboratorio de Oak.
Oh, cierto, se retiró hace unos años. Sigo olvidando que no he venido a Pallet en siglos.
Me pregunto si su nieto es aún el líder del Gimnasio Viridian. Bueno, decidí checar el viejo laboratorio de Oak primero. Incluso si no había nadie ahí, me dí cuenta de que al menos deería haber comida. No tomé toda la que pensé cuando salí de Cinnabar. También pensé en sacar a Blaine de su Pokéball en este momento, pensando en el par de segundos que me tomaría sacarlo en una crisis sin duda sería una diferencia entre la vida y la muerte. No tenía idea de qué tan en lo correcto iba a estar.
Dejé que Magnum se recargara con el generador del sótano, mientras Blaine y yo continuábamos explorando arriba. Estaba revisando el frigorífico cuando lo oí por primera vez, o más bien, cuando lo sentí por primera vez. Vibraciones. En un principio, parecían venir de todos lados, pero la intensidad se incrementó y Blaine me señaló la dirección de donde provenían.
Con una rebanada de jamón en mi boca, miré por la ventana para ver a un Onix arrastrándose lentamente por un costado de la colina, y me dí cuenta porqué. Había dejado las luces encendidas.
Los Onix no son el tipo de Pokémon que se ve usualmente en Pallet Town, y bien que sabía porqué estaba ahí. Sabía que teníamos que deshacernos rápidamente de este, así que abrí mi mochila y saqué de ella una bufanda de color azul claro.
Una Choice Scarf, algo que los psíquicos en Saffron habían inventado. Se la lancé a Blaine y él se la ató en el cuello. No estoy seguro de como funciona, pero nubló su juicio. Lo hacía enfocarse en una de sus habilidades una vez que la usaba, y en realidad estimulaba su enfoque a la hora de ataca. Lo hacía más rápido que cualquier cosa que hubiese visto.
Antes de que pudiese admirar la bufanda, una enorme cola de roca despedazó la ventana frontal, mientras nos preparábamos en el fondo de la cocina. Me dí cuenta que Magnum no sería útil aquí, así que lo dejé en el sótano.
Esperamos nuestro momento para atacar, ocultándonos en el laboratorio que se desintegraba lentamente conforme el Onix se metía en él. Fue cuando metió su cabeza por la puerta que lo ví a la perfección: una enorme mordida al lado de su ojo izquierdo. Debió ser algo grande, otro Onix quizá, porque había destrozado su piel rocosa, exponiendo la carne suave bajo ésta. Algo sumamente asqueroso.
Sus ojos se veían sin inteligencia y sin vida, y sus movimientos eran lentos y erráticos. Su garganta dejó salir un rugido por lo bajo, y fue cuando le indiqué a Blaine que entrara en acción.
Saltó en un borrón de color naranja rojizo hacia el rostro de la criatura. "SUPERPOWER!" grité, y me quedé viendo como Blaine hundía sus puños y patas en el cráneo del Onix, matándolo sin tocar la piel rocosa, para evitar arañarse con esta.
Fue una escena salida de una película de horror, y no pude evitar sentirme orgulloso de que había entrenado a un Blaziken tan poderoso, uno que confiaba en mí lo suficiente como para mantenernos vivos a ambos, y... demonios... esto ya no tiene batería. Aguanta un momento, creo que hay una en el otro cuarto.
...
¿Qué pasa, Magnum?
...
Blaine, despierta. Escucha.
...
¡FLARE BLITZ, AHORA! ¡QUE NO TE TOQUEN! ¡MAGNUM, DAME UNA BARRERA POR ACÁ... OLVIDA ESO, FLASH CANNON DETRÁS DE TÍ!
16. Quemadura. Kanto no es una región notable cuando se habla de clima. He oído muchas historias sobre las playas soleadas y las lluvias cálidas de Hoenn, o el frío extremo del norte de Sinnoh, pero para mí, parecía como si la temperatura se mantuviese igual de cálida durante la mayoría del año. Claro que, no significa que no tuviésemos sequías de vez en cuando.
Eran mediados de febrero cuandoe mpezó. La poca nieve que habíamos recibido en navidad y enero se había derretido ya, y a pesar de que la primavera no llegaría en semanas, nadie usaba abrigos o cerraba sus ventanas de noche. No me malinterpreten, era genial, pero aún así era algo incómodo. Claro que, no se comparaba a lo que pasó en las semanas siguientes.
Tiendo a ponerle bastante atención a las noticias, así que cuando escuché que el grupo de matones que se hacían llamar a sí mismos Rockets, había hecho otro acto de terrorismo, no me sentí preocupado al principio. Claro que, eso cambió cuando mostraron al ave.
Esa ave hermosa, con su plumaje brillante y suave... de lo que recuerdo, había sido atacada y herida de muerte en una isla al sur de las Islas Sevii. Para cuando las autoridades y el staff del centro Pokémon la hallaron, lo más que pudieron hacer fue dejarla morir en paz.
La idea de que alguien pudiera matar a una criatura tan majestuosa llenó mis pensamientos por las noches siguientes. De hecho, viéndola de nuevo, ni siquiera sé qué era. Pensé que por esas plumas de color azul cielo, debía ser un tipo-hielo, pero no era nada que hubiese visto antes. No había nada que pudiera hacer, así que solo seguí viviendo esperando que la justicia se encargara de los responsables.
Si tan solo...
__
Había pasado poco más de una semana desde el crímen de los Rocket. Incluso si aún faltaban unos cuantos días más para que acabase Febrero, parecía como si el calor se incrementara. Los niños jugaban en piscinas, salpicando junto a sus mascotras Pokémon; mientras los adultos se sentían algo confundidos por el súbito calor.
Pasaron nueve días antes de que aparecieran las primeras señales de problemas. Un equipo de noticias reportaba desde la misma isla en la que los Rocket habían actuado, y hablaban del calor.
Increíblemente, era peor allá en el sur; los turistas huían de la cadena de islas para escapar del calor extremo, y los locales estaban en un estado de emergencia, intentando racionar el agua embotellada y construyendo refugios de emergencia para proveer sombra. Esa noche, hasta parecía que el sol no quería ocultarse.
La mañana siguiente, me desperté con una jaqueca. Mi habitación estaba muy caliente, así que abrí la ventana... y me golpeó una ráfaga de aire más caliente aún. Afuera, parecía como si los caminos estuviesen desiertos, y pronto fue aparente que la mayoría de las escuelas y lugares de trabajo estaban cerrados. Bajo circunstancias normales, habría apreciado el día libre, pero mientras cerraba la ventana, ví una figura deforme frente al camino. Me tomó unos segundos darme cuenta de qué era.
Era un buzón.
Bueno, solía ser un buzón. La pitnura estaba goteando, y la estructura se estaba deformando poco a poco. Me dí cuenta de que la pintura no estaba fresca; el buzón se estaba derritiendo.
Para este momento, me aterroricé. Corrí hacia abajo y encendí la televisión - Por Dios, incluso los marcos de las ventanas se estaban derritiendo - y fui recibido por otro reporte desde las islas. El caos total. La gente corría por las calles, desesperados por encontrar sombra. Los Pokémon salvajes de las montañas se estaban metiendo en las casas, conducidos violentamente en un deseo por enfriarse. Vi a un ombre saltar a los océanos rodeando la isla, solo para regresar a la costa, quemado y gritando.
Miré hacia afuera, y ví de nuevo el sol. No... no el sol. Un objeto brillante en el cielo, volando sobre el horizonte caliente. Como una bola de fuego viviente, quemaba con una intensidad que jamás había visto. Lo habría seguido viendo, pero tuve qué correr al interior.
Pasé el resto del día en mi habitación, ventanas tapadas con sábanas y esperando a que la sequí acabara.
__
Cuatro semanas.
Cuatro semanas enteras.
Ni siquiera sé como es que sigo vivo.
Estaba sentado frente a al televisión, la cual arrastré a mi habitación. Todo estaba cubierto con sábanas; la televisión, yo, mi cama, la poca agua que tenía. El calor aún era devastador, y jamás dejó de subir más y más.
Los reportes se habían detenido en su mayoría. Dos semanas después de que la sequía empezó, esas islas al sur habían sido abandonadas por completo, y la región Kanto se había vuelto más caótica que dichas islas.
Era suficiente malo cuando la gente no lo soportaba. Pero ahora, ni siquiera la vida salvaje podía escapar. Pokémon de todos tamaños y formas, salvajes, feroces y conducidos a la locura por el calor interminable. La gente atacándose una a otra. El mismo suelo estaba quemándose, incendios destruyendo a la región. Incluso los que estaban atrapados afuera, fuesen humanos o monstruos, eran quemados vivos. Quemaduras de tercer grado sobre quemaduras de tercer grado ya existentes.
Aquellos que intentaron huir de la región vieron como sus botes eran incinerados por los océanos que intentaban cruzar. Los Pokémon acuáticos se arrojaban a sí mismos fuera del agua, tratando de escapar del calor, solo para ser cocidos vivos al momento que tocaban el aire.
A las criaturas en las cuevas les fue peor.
Parvadas de Zubats, incapaces de soportar las cuevas sumamente calientes, se prendieron en fuego al momento que sus cuerpos frágiles eran golpeados por el verdadero calor de la superficie. Dugtrio y Sandslash escapando hacia la superficie - inclusive la tierra misma se estaba quemando - solo para que sus pieles se tornasen en quemaduras solidificadas... o en el caso de Onix y Geodude, simplemente se derretían.
Al fin de la tercera semana no quedaba nada. Los que habían muerto habían sido reducidos a huesos blanqueados y trozos calcinados de tejido orgánico. Las estructuras alrededor de la región estaban quemándose, colapsando, matando a los que habían sobrevivido en el itnerior. Los lagos se evaporaban. Los reportes de noticias de las regiones Hoenn y Sinnoh eran de pánico; con los científicos estimando que nada en la región sobreviviría a través de lo poco que la sequía había dejado.
Fue verdad; las pocas excursiones de otras regiones, protegidos por alta tecnología resistente al calor y acompañados por solo los más poderosos Pokémon de fuego, se dieron cuenta de que, de las 150 especies de Pokémon nativas de Kanto, solo 14 permanecían vivas, y ese número seguía disminuyendo.
Algo que, me trae a mi situación actual. Cuatro semanas y aún vivo. Las temperaturas alcanzan los 620 grados Celsius. Playas enteras reducidas a vidrio.
La vida vegetal ha sido quemada de la superficie de la tierra. Todo lo que permanece de Kanto es ese solitario objeto volador. Hasta este día, no deja de moverse, y con mis ojos ajustados a la luz eterna de los fuegos, apenas puedo ver a a ese objeto con alas. ¿Tenía qué ver con la criatura asesinada hace semanas?
¿Era la venganza de la naturaleza?
No me queda más que esperar el final. Y así lo hice.
__
Reporte de Investigación 311-B
Región Kanto - Registros Históricos
RE: Fósiles hallados en la región Kanto.
Los estudios han encontrado lo que parecen ser huesos fosilizados esparcidos por todo el desierto. De lo que podemos descifrar, son de origen Pokémon y humano. Sorprendentemente, los estudios arqueológicos dicen que los huesos tienen solo sesenta años - sugiriendo que lo que fuese que haya destruido la masa de tierra Kanto/Johto, fue un evento relativamente reciente.
Cerca de los últimos dos años, la caída de las temperaturas ha permitido que los equipos de expedición explorasen más y más de los desolados desiertos. Actualmente, la temperatura en el día es de 200 grados Celsius, desplomándose a 60 durante las noches. Aunque el agua es escasa, el progreso continúa a velocidad aceptable.
No se han reportado evidencias de la supuesta "ave de fuego". Estudiosos de otras regiones como Sinnoh y Hoenn dicen que la criatura fue responsable de la destrucción de la región. Si los reportes fuesen verdaderos, es probable que la criatura muriese por la edad, resultando en el enfriamiento gradual de la tierra. Si se hallasen los restos del ave, es recomendado que sean mantenidos para el estudio, en caso de que dichos eventos pudiesen ocurrir de nuevo.
-DR. N. Cyakrine.
Expedición #46-A Unova-Kanto.
__
"No perturben la harmonía del fuego, el hielo o el rayo, o estos titanes causarán destrucción sobre el mundo en el que se enfrenten. Aunque el gran guardián del agua se levante para calmar la pelea, sola su canción fallará, y la tierra se hará cenizas."
Moltres, el Pokémon Flama.
Esta legendaria ave de fuego es conocida por traer la primaver a las tierras invernales que visita.
-Versión Plateada de Pokémon.
17. Contagio. "¿Saldremos de aquí?" Preguntó ella.
"Para ser honesta, Gabrielle, no sé quién estaría lo suficientemente loco como para volver a la Liga Pokémon. Creo que para este momento, Sinnoh está muerto para el mundo."
"Tengo hambre. ¿Crees que tengan comida aquí?"
"No lo sé. Esperemos que Joy vuelva."
Me recargué en una silla. Abrí mi diario y tomé una pluma. Quizá sería bueno que escribiese todo.
Estaba en casa. Mi mamá, Dios, mi mamá... estaba haciendo poffins para mi Pokémon. Acababa de calificar para desafiar a la liga y mi mamá estaba haciendo poffins para mi Pokémon. Ella sabía exactamente a qué Pokémon le gustaba qué sabor. Ella es, no.. era, la mejor.
Le dije que me iba a ir por un mes o dos. Fui algo grosero, sin esperar problemas. Me fui rápido, demasiado excitada, y... y... y nunca le pude decir adiós. Qué estúpida fui.
Era un día hermoso afuera. Estaban remodelando el faro ese día. El Faro Vista era la principal atracción de Sunnyshore.
Fue aquí que obtuve mi primer Pokémon. Tenía 8. Mi mamá específicamente me dijo que no quería que tuviera Pokémon hasta que conociera al Profesor Rowan, pero para eso faltaban dos años. No pude evitarlo. Fui al Poké-mart y le dije a una vecina que me comprara una Pokéball. Le dí el dinero y esperé pacientemente a que volvier. Ah, mi amiga Julia siempre se salía con la suya. Fui al faro y un marinero me dijo que era demasiado joven para subir. Me enojé y dije que algún día volvería y vencería a todos en ese lugar. Las cosas que dije. Quisiera no haberlas dicho. Caminé tras el faro enojada. Sabía que mi mamá estaba en lo correcto, YO era muy joven pero pensé que si pudiera atrapar uno ahora y llevase dos años de ventaja, sería la mejor. Pensamientos infantiles. Mientras miraba el faro, algunas olas estaban moviéndose rápidamente a mi izquierda.
Una escuela de Magikarp estaba siendo atacada por algunos Pelipper. Salté y me deslicé por las rocas para alcanzar la playa. Pelipper no era mi elección ideal para un Pokémon, pero me podría llevar a algunos lugares usando Vuelo. Tomé mi Pokéball, esperé a que descendiera en picada cerca de mí, y la arrojé. Falló. Cayó abajo de donde estaba, golpeando a un Magikarp.
La Pokéball comenzó a hundirse. Rápidamente me metí al agua y tomé la Pokéball. Mi primer Pokémon, Raziel el Magikarp, nombrado así por mi padre. Mire a los otros. Nadaban hacia un hueco bajo los puentes. Estaban a salvo. Corrí a casa de Julia para enseñarle mi nuevo amigo. Ella se rió y me regaló un listón. Se lo puse a Raziel. Aún lo lleva hasta este día.
A lo largo de los años, capturé muchos Pokémon; mi Raziel evolucionó y experimenté un mundo con el que muchos sueñan. El profesor Rowan me regaló un Piplup. Conocí a un Gastly que me siguió por un rato. Acabó en mi equipo. Sé qué me estoy alejando del punto, pero perdónenme si estoy alegando para mí misma; es mi forma de hacerle frente a esto. Supongo que, debo decirles a qué le hago frente... ¿sí?
Dejé mi casa para ir a la liga Pokémon. Me detuve en el Pokémart para tomar algunas provisiones. Julia estaba ahí, Dios, espero que esté bien. Ella había venido a decirme buena suerte. Me regaló otro listón. Dijo que era para mí, para que pudiera hacer orgulloso a Sunnyshore. Metí la mano a mi mochila y saqué una Friend Ball. Se la arrojé. Ella sonrió.
Salí montada en Raziel, hacia el norte. Parecía una eternidad. Hubo entrenadores en el camino que intentaban retarme. Luego de un rato, ví una pequeña playa con entrenadores. Me estaban gritando. Le dije a Raziel que e moviera cerca. Estaban diciéndome que saliera del agua.
Entonces fue cuando lo ví.
Un Wailord.
Parecía algo lastimado. Los entrenadores lo miraban con terror. Salté a la arena y regresé a Raziel a su Pokéball. Les pregunté que qué le ocurría. Entonces me dijeron que fue igual la primera vez que lo vieron. Una entrenadora estaba llorando pesadamente, diciendo que se había comido a su Golduck.
Comido.
No supe qué pensar. Sonaba como algo loco. Los Wailords no comen carne, mucho menos otros Pokémon. Justo cuando le iba a preguntar qué había pasado en realidad, el gigantesco leviatán saltó del agua y se comió a lo que creo eran 5 Wingulls. Sentí un frío en el pecho.
Al Wailord le faltaba la mitad del cuerpo. Literalmente la mitad del Pokémon había desaparecido.
¿Cómo podría sobrevivir así? No supe qué hacer. Todo lo que sabía era que necesitaba largarme de aquí, pero no podía dejar a estos entrenadores solos. Por amor de dios, uno de ellos era una niña.
Les pregunté que cuantos tenían un Pokémon que los sacara de ahí. Solo uno tenía un Wingull, pero no sabía usar Vuelo. Saqué el disco de Vuelo de mi mochila. Mientras le enseñaba al ave, pensé en como sacar a los otros dos entrenadores de la isla. Estábamos a diez minutos de la isla de la liga. El entrenador del Wingull dijo que llevaría a la niñita a la isla y regresaría por el otro entrenador. Yo y la otra entrenadora, Gabrielle, esperamos por el regreso del entrenador del Wingull. Ella me contó que el Wailord se había comido a su Golduck, a su primer Pokémon.
Miré la Pokéball de mi Giyarados. Le dije que íbamos a descubrir qué había pasado. Fui sincera cuando lo dije. Fue un descubrimiento aterrador.
Era como un zombie, si es que se le podía llamar así.
Y de verdad que me acerqué mucho a la llamándole así.
Me sonrió falsamente. Podía ver el horror en sus ojos.
No podía ni imaginar el dolor que sentía. De verdad no quise imaginarlo.
Entonces pensé, Gengar. Gengar era un Pokémon fantasma y no podía ser comido. Lo saqué de la Pokéball. Sonrió como usualmente lo hacía y yo señalé. Volteó y frunció el ceño. Le dije que intentara hipnotizar a la criatura. No quería que se acercara, pues no tenía ni idea de qué estaba pasando.
Funcionó.
El Wailord dejó de nadar en círculos y se quedó quieto, con los ojos totalmente en blanco.
Qué escena tan horrible.
Metí la mano en mi mochila y saqué una Pokéball. Una regular. La lancé en lo que creo era su pecho. La luz roja consumió a la bestia, y solo se sacudió un poco antes de fallar en capturarlo.
El Wailord regresó, furioso y repetidamente metiéndose al agua, causando olas masivas. Retiré a Gengar y envíe a Steelix. Le ordené a Azure, mi Steelix, que clavara la cola en el suelo. Tomé a Gabrielle y corrimos hacia Azure. Le dije que se sujetara de él. Las olas aplastaban lo poco de tierra que teníamos.
El agua retrocedió. Gabrielle gritó, y pude ver porqué.
Staryu por todos lados. No normales. Estos eran como el Wailord. Enfermizos, putrefactos y con el olor de la muerte sobre ellos. Le dije a Azure que usara Cola de Hierro en ellos, y lo hizo tal y como le dije, enviándolos al océano. Retiré a Azure, quien estaba sufriendo daño por el agua.
Teníamos qué largarnos. No podía esperar al entrenador, pero las aguas estaban llenándose de esas cosas. Tenía qué actuar.
Entonces pensé en Julia. Ella me dijo que Charizard podía aprender a usar Vuelo y llevar gente; llamé a mi Charizard, que rugió ferozmente. Sabía que algo no estaba bien, y me sujetó del brazo. Le dije que necesitábamos ir y que le iba a enseñar Vuelo.
Asintió y se quedó de pie. Metí la mano en mi mochila y casi grité.
Ese entrenador se llevó mi HM.
¡Ese bastardo nos dejó abandonados en esa playa!
Le expliqué la situación a Charizard y me miró, confundido. Dije al carajo con la mecánica y le dije a Gabrielle que saltara en la espalda de Charizard, cosa que no dudó en hacer. Le dije a Gengar que hipnotizara de nuevo al Wailord.
Una vez que logró hacerlo, retiré a Gengar y envíe fuera a Raziel. Le dije a Charizard que volara y nos cubriera a Raziel y a mí de otros Pokémon. Asintió,p ero había comenzado a volar cuando perdió balance y chocó. No sabía que un Pokémon que conocía como volar naturalmente necesitaba aprender de la HM para balancear el peso del entrenador y de sí mismo. Le dije a Charizard que no se rindiera, y él sabía qué tan importante era no hacerlo.
Tenía qué.
Le tomó cuatro intentos el volar, y aunque no fue un vuelo perfecto, podía usar Lanzallamas y seguir volando al mismo tiempo. Suficientemente bien, me dije a mí mismo. Salté en Raziel y salimos en dirección a la isla, con los Pokémon infectados siguiéndonos por minutos. Mi corazón palpitaba como nunca antes lo había hecho, y fue ahí que la ví.
La Isla.
Seguridad. Santuario.
Mientras lo hacía, Charizard voló sobre mí y chocó en la arena. Corrí a verlo y ayudar a Gabrielle. Charizard miró hacia arriba, sacudiendo arena de su rostro. No pude hacer alo más que reír. Gabrielle también.
Uno de los Staryu de antes apareció en la orilla. Me dí vuelta y le lancé una roca. Lanzó un gruñido bajo que me asustó bastante. Tomé una Pokéball de mi mochila, una Netball, y se la arrojé sin pensarlo.
La bola se sacudió hasta que oí el click. Ese hermoso click. Caminé lentamente hacia la Pokéball, y cuando la levanté vi la enorme sombra avanzando hacia la playa. El Wailord se iba a encallar a sí mismo. Retiré a Charizard y le grité a Gabrielle que me siguiera. Comenzamos a correr hacia el Centro Pokémon.
Abrí la puerta para Gabrielle y luego me metí, cerrándola. El Wailord impactó en la playa, y la arena llenó el costado de la criatura. Un grito desgarrador vino de él. Cerré mis ojos y me retiré de la puerta. Al abrirlos de nuevo ví gente. Muha de ella. Miré a Gabrielle, ella se había sentado en una banca, llorando. Pregunté a todos si sabían qué pasaba, a lo que la enfermera principal del Centro me dijo algo acerca de un virus que infectaba los sistemas inmunológicos de los Pokémon... mejorando sus habilidades e incrementando el enfoque, pero a la larga acababa volviendo loco al Pokémon.
La dieta del Pokémon requiere más proteinas para mejorar y mejorar, y el HP del Pokémon se regenera rápidamente gracias a las pequeñas formas de vida que habitan el torrente sanguíneo de éste. Sanan las heridas a una velocidad alarmante, de acuerdo a cuanto coma. Esto explica porqué el Wailord se estaba comiendo a otros Pokémon.
La enfermera también me dijo que se estaba diseminando por todo Sinnoh, y que había alcanzado Kanto y Johto. Le dije a la enfermera Joy que había capturado a un Staryu. Ella dijo que necesitaba ponerlo en el transportador y enviarlo a un Profesor, creo que se llamaba Namba. Tomó la Pokéball al sótano y no regresó por varios minutos.
Me senté al lado de Gabrielle, que se había quedado dormida. No la culpo, ambos habíamos sufrido experiencias traumáticas. No quise pensar como o porqué estos entrenadores estaban ahí.
Me asusté porl os que no lograron escapar. Miré a mis Pokéballs y suspiré. Mis Pokémon habían estado en contacto con esas cosas. Mi Steelix, Azure, espero que estés bien.
Mientras esperaba, quise guardar todo en mi diario; pero molesté sin querer a Gabrielle cuando quise sacarlo de mi mochila.
"Ouch" dijo algo aturdida.
"Lo siento." Dije mientras intentaba ocultar una sonrisa.
"¿Descubriste algo?"
"Sí, es un virus. Es realmente malo."
"¿Saldremos de aquí?" Preguntó ella.
"Para ser honesta, Gabrielle, no sé quién estaría lo suficientemente loco como para volver a la Liga Pokémon. Creo que para este momento, Sinnoh está muerto para el mundo."
"Tengo hambre. ¿Crees que tengan comida aquí?"
"No lo sé. Esperemos que Joy vuelva."
Y es ahí donde nos encontramos. No sé qué le pasó al entrenador que nos dejó en la playa. Lo que sé es que hice una amiga y que salvé su vida. Esta gente. Pokéballs en sus cinturones y mochilas, son como yo. Preguntándose, contempland y con temor de enviar a sus Pokémon afuera. El miedo los ha consumido lo suficiente, y no los culpo. Usar las estaciones de cura no alivia el virus. Todo lo que podemos esperar es que los investigadores de Pokémon descubran algo. Actualmente, la única forma de saber si un Pokémon tiene el virus, este Pokérus, es enviarlos afuera y ver si atacan. Y puedo decirles, ningún entrenador quiere probar este método. Estas criaturas son nustras mascotas, nuestros amigos, nuestra familia. en cualquier caso, creo que lo peor está atrás.
Mientras escribí esto, oí un grito.
Viniendo del sótano...