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| Las cronicas de Midgard (novela) Libro I | |
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Raziel_Saehara
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 11/10/2011 Edad : 39 Localización : Villa Bosch, Argentina
| Tema: Las cronicas de Midgard (novela) Libro I Lun Ene 02, 2012 3:03 pm | |
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Prologo
Odín, Thor, Balder y el resto de AEsires estaban preocupados. Nadie había visto al travieso de Loki en algún tiempo. ¿Qué estaba haciendo? Nadie lo sabía. Sin embargo, Thor dijo haber hablado con Heimdall. El guardián sobre el arco iris, y este le dijo que lo había visto bajar a Niflheim. -Seguramente fuera a visitar a su hija Hela –Recalcó Odín. Todos estaban expectantes, tanto en el Valhala como en la morada de Thor, el Bilskirnir. Odín, al ver que algo malo se tramaba en su mundo, bajo a Midgard y dio órdenes a uno de sus servidores para que entrenara a un grupo selecto de hombres y mujeres mágicamente activos. Un tiempo había pasado en tierras AEsir cuando una profetisa se hizo presente frente a Odín. -¿Qué quieres? No tengo tiempo que perder contigo profetisa… -Ah ¿no? Lastima, pues yo sé donde está Loki, pero antes permíteme contarte los secretos de nuestro mundo. ¿Cómo fuimos creados? ¿Quién fue el primero en nacer? ¿Lo sabes Odín? Odín, de muy mal humor pero no por eso cuidadoso, le ordenó que hablara. “Escucha Odín. Esta es la historia del primer Jotún, el primero que nació. Cuando en este mundo solo había oscuridad y Caos se formaron alrededor de la nada los hielos eternos. En ellos, con los eones de años, se formó el cuerpo de Ymir, el primer Jotún. Durante un tiempo permaneció congelado hasta que nació Niflheim, pero no como lo conocen ahora, era solo fuego, lava volcánica y gases calientes. Poco a poco estos gases llegaron a los hielos eternos y provocaron el descongelamiento de Ymir. Este aún se sostenía en la nada y se dio cuenta que tenía mucha hambre. Entonces fue que nació la magia ya que con solo desearlo apareció una enorme vaca la cual el gigante devoró.” -Así fue el inicio de la vida Odín, pero no es lo que interesa. Url, Skull y Veldandi ya han escrito tu destino y lo han llamado “Ragnarok”. -¿“Mundo en caos”? Loki… -Así es… pero no nos adelantemos… todo a su debido tiempo. “Durante el Ragnarok, Loki y sus hijos provocaran el caos hasta matarte a ti y a los demás AEsires del panteón, incluyéndose a él mismo” -¿Eso es lo que ha estado haciendo Loki? -Así es… Ha roto la espada que Balder a puesto en la boca del Fenrir y los grilletes que tú le has impuesto llevar. Loki se ha ido en sus lomos hasta el mar de Midgard, la tierra de los hombres, a buscar a la venenosa sierpe gigante Jormungard, también llamada “La serpiente de Midgard” por los hombres de esas tierras. Siguiendo su recorrido estuve días hasta que lo vi hablando con Hela, su hija, la cual tiene la mitad de la cara podrida y corrupta por su maldad. Pero eso no es todo lo que Hela domina, también manda sobre los muertos. Atacarán todas tus tierras y esto se convertirá en una batalla campal a la cual no sobrevivirás… ¡Oh!, aquí viene ya, adiós Odín, hasta tu próxima vida. La profetisa desapareció dejando todo en un caos. Tal como dijera ella, las tierras sagradas de los AEsir se convirtieron en un campo de batalla en el que hasta los humanos mágicamente activos que Odín había entrenado participaron y fueron derrotados. De está manera terminó el gobierno teocrático y comenzó un periodo de re ubicación racial.
Capitulo I: Joli y el errante..
Hacia frío allí en la tierra de Midgard pero eso no había limitado el crecimiento de las flores ni de los árboles. Estaban en aquella época transitando el crudo invierno, y por supuesto, hay que llevar algo de comer a la mesa para no morir de frío y hambre. Allí, en aquel bosque, se encontraba el joven Joli, un experto cazador en lo que a él respectaba. Su presa, una gacela blanca, de las que solo habitan tierras nórdicas, estaba allí junto a un árbol. Un buen cazador debe saber todos los datos necesarios para poder cazar su presa con una buena puntería. Primero debe esconderse y que la hierba, que le llega a la cintura, le llegue hasta la cabeza. Para ello es necesario agacharse y esperar el momento en que se distraiga la presa. Luego una vez agachado estirar la cuerda del arco junto con la flecha correspondiente y ponerla en la dirección en que está ella. Y por último, el factor visual-tiempo. Cuando el cazador sale de su escondite cuenta con que la presa se asuste y se quede un instante paralizada, en ese momento visualiza el corazón de la presa y dispara. ¿El resultado? La flecha dio en el corazón de la criatura y está cayó casi muerta allí al lado del árbol. Joli se apresuro y al acercarse notó que aún seguía viva… Pero no fue lo único que notó: la gacela estaba lagrimeando. Todo su ser se debatía entre la vida y la muerte. Era inevitable. Él, Joli, necesitaba alimentarse. -¡Que demonios! –No resistió la tristeza y, además, dicen que si una gacela muere triste su carne no sabe buena. Joli tomó la flecha y posó sus manos sobre ella. Luego de unos instantes la flecha ya no estaba ahí. La gacela lo miró asustada. ¿Cómo debía reaccionar? Se puso en pie y él también. La gacela era tan grande como él. Un lengüetazo caliente y húmedo en todo aquel frío lo sacó de sus pensamientos. Le pareció sentir que la gacela lo perdonaba y a la vez lo entendía. Pero ahora había otro problema: su abuelo.
Joli vivía en una isla remota al norte de la ciudad de Lorein. Su abuelo le contaba siempre algunos detalles y le describía la torre de la magia suprema. Allí, según le había dicho, entrenaban los aspirantes a magos, ya sean elfos, enanos o cualquier ser humano. “La magia no discrimina, es universal” Le repetía su abuelo. Quizá tuviera razón. Aquello que había hecho con la gacela se lo había enseñado una vez un pastor. Le dijo: “Tienes gran potencial para la magia” y en ese momento se lo enseño. Joli diviso a lo lejos el fuego que seguramente preparaba su abuelo para asar la gacela, iba a lamentarlo, pero bueno… había ayudado a alguien, aunque no fuera humano. Llegó junto al campamento. Ellos pertenecían a una raza llamada “Vellhuds”, una raza que no vivía siempre en el mismo lugar. Constantemente Joli cambiaba de ciudades, siempre campos. Su abuelo se había encargado de educarlo y, a decir verdad, muchas veces Joli había demostrado dotes para la alquimia. -¡Abuelo! ¡Llegué! ¿Abuelo? Su abuelo se encontraba de pie y de espaldas a él. Lo que producía el humo era la choza que habían armado. ¡Estaba en llamas! Pero eso no era todo… Su abuelo se dio la vuelta… Una flecha le atravesaba el corazón. -¡Noooooooooo! ¡Abuelo no! –Gritó Joli mientras las lágrimas le saltaban de los ojos. Corrió a auxiliar a su abuelo. ¡Tal vez pudiera hacer lo que hizo con la gacela! ¡Si! ¡Eso haría! ¡Lo curaría! Su abuelo cayo al suelo convaleciente, parecía haber sido golpeado… ¿Por qué? ¿Para que? -J-Joli… E-Escúchame… -No… ¡No te dejaré morir!... ¡Resiste abuelo! ¡Puedo curarte! El viejo no puso resistencia. Joli lo apoyó contra el suelo y colocó su mano alrededor de la flecha… Esperó… convocó a la magia como le habían enseñado… ¡Nada! ¡La flecha seguía igual de incrustada! ¿Qué estaba pasando? -Joli… La magia en ti es fuerte… solo busca en tu corazón… aún eres joven –Recordaba las palabras de aquel que le había enseñado a curar- Pero también es limitada… ¡NO! ¡Ya la había usado ese día! Y… si era verdad que era limitada… no quería ni pensarlo. -¡Abuelo! ¡No mueras por favor! -Lo siento Joli… hice lo que estaba en mis manos… busca a Igor en Lorein, el te ayuda… ¡agh! Los ojos del viejo se fueron para atrás y allí mismo falleció. -¡Abuelo! ¡Abuelooooooooooo! Las lágrimas de Joli caían sobre el rostro contraído de dolor de su abuelo. Ya nada podía hacer excepto darle un entierro digno. Joli hizo un agujero con las manos desnudas y enterró allí a su muerto. ¿Y ahora? ¿Qué haría? Sus cosas estaban en la choza que para aquellas alturas ya había sido consumida por el fuego, además de que le dolían las manos por excavar la tierra. Se sentó frente a la tumba de su abuelo y comenzó a llorar. Cada lágrima que lloraba golpeaba con fuerza el suelo. De pronto escuchó una voz que decía “Busca a los Einherjer”. No sabía de donde provenía la voz pero sabía que era de su abuelo, por ello su corazón se tranquilizó -Einherjer… -Repitió como si estuviese en un sueño. Comenzó a caminar sin una dirección determinada. Arrastrando los pies y con los brazos caídos pronto se alejó de aquella zona.
La corte del rey estaba reunida. El rey Stephen sentado en la mesa. Tomó un trago de su bebida favorita, hidromiel, y mojó su bigote en el tarro. La mesa donde estaban los caballeros de la orden de Tarsis estaba a unos metros de distancia del trono del rey. Stephen comenzó su charla dando una voz eufórica. Mientras hablaba se paseaba por las mesas. -Caballeros de la orden de Tarsis… Han llegado a mis oídos que estamos perdiendo la guerra en el norte –Se paró detrás de uno de los caballeros- Fredo, ¿Sabes de que hablo? -Así es mi señor, los elfos oscuros están ganando terreno en Axaroth. Han llegado hasta los campos del Alba, región que controlan. -¿Cuántos son ellos? -Alrededor de tres mil elfos oscuros armados con dagas de Mitrilo… -¿Y nosotros somos…? -Según mis cálculos mil magos de la orden de Belén, doce mil hombres de batalla cuerpo a cuerpo, la más selecta artillería de destrucción a distancia y seis mil arqueros elfos que fueron enviados hace muy poco por nuestra alianza con los elfos solares. -¿Diecinueve mil hombres, más artillería, contra solo tres mil? -Es que ellos cuentan con el Daggerfort… Es demasiado fuerte… -Oh sí es verdad, lo había olvidado, la reliquia de los oscuros ¿Eh? Pues… déjame decirte una cosa… No hay hombre que no pueda morir por mi espada ni elfo oscuro que haya visto el sol sin sentir miedo por mi llegada… Por eso, voy a unirme a su escuadrón de batalla Lord Fredo. De pronto la puerta de la sala se abrió de par en par. El frío que allí se percibía era una cosa casi extrema. -León… Los murmullos comenzaron primero bajo y luego más alto. Quien había entrado era León, llamado así por que usaba una máscara de un León en su rostro. León llegó junto al rey e hincó una rodilla en el suelo. -He hecho lo que me a pedido Lord Stephen, el traidor ha muerto. -¿Y el muchacho? -No estaba con el viejo. -¿Y el talismán de los deseos? -Busque en toda la choza -¿La voz le temblaba?- No lo encontré. .Ya veo –El rey se mesuró la barba pensando unos instantes- Te encargaré otra misión, y esta es: Busca al muchacho y tráelo ante mí… -Sí señor… León se puso en pie y decidió salir de allí. El rey Stephen a veces daba miedo, pero el sabía que todo lo que hacía lo hacía pensando en su pueblo… Como en los viejos tiempos. León percibía aún los gritos de sus compañeros tratando de defender el Bilskirnir –El templo de Thor dios del trueno- o el Valhala, también llamado el templo de los muertos. Todos ellos se habían esforzado en vano. “¡Odín! ¡Odín!” Escuchaba aún en pesadillas que le cortaban el sueño… ya estaba cansado. Por otro lado se preguntaba que había sido de sus ex compañeros, no tenía ni una remota idea de por donde andaban o que estaban haciendo de sus vidas. ¿Por donde empezaba a buscar? -¿Qué tal el valle de los llantos? –Dijo alguien a su espalda. Un niño, tal vez de ocho o nueve años, lo miraba desde la puerta del castillo. Este niño, de nombre Índigo, lo observaba divertido. -¿Entraste de nuevo a mi mente Índigo? -Estaba corroborando que mis habilidades para leer la mente no se hayan estropeado. -Quédate en casa con tu madre, no debes seguirme. -¿Estás seguro padre? -Así es… esto debo resolverlo solo.
Por el valle de los llantos, así llamado por que ahí se dice que vivían en tiempos remotos los elfos solares antes de vivir en Cupelheim, caminaba el “Errante”. No tenía nombre. No tenía domicilio. Solo “El errante” era lo que quedaba de él. Su ocupación, de lo que vivía, la magia. Iba de pueblo en pueblo enseñando magia a quien se interesara y le entregara algo a cambio. Su rostro estaba cubierto por vendas. Quizás se hubiera quemado con su propia magia o se lo hubiera hecho un dragón… ¿Qué diferencia había? Para él ninguna. Olisqueo el aire. Había allí un olor extraño. Para colmo el viento comenzaba a soplar del norte. Ese olor… Le era conocido… Trato de recordar cuando tropezó con algo y casi se cae. No lo había visto. El polvo le entraba en sus amoratados ojos y no le permitía ver casi nada. Observó el bulto y se dio cuenta de que era un humano con lo que había tropezado. Trato de despertarlo. Nada funcionaba. ¡Vaya a saber uno cuanto tiempo hacia que estaba ahí tirado sin comida ni agua! El errante divisó una cueva en la planicie. Tomó la decisión de cuidarlo allí hasta que la tormenta pasara. ¿Qué apuro había? Lo levantó en sus brazos, que eran fuertes y largos, y lo llevó sin problemas hacia la cueva. Allí lo cuido tres días y tres noches hasta que por fin despertó. -Hola –dijo amistosamente el errante- Te preguntaría que hacías allí afuera desmayado en el suelo pero no creo que me lo cuentes, así que lo haré de otra forma: ¿Te encuentras mejor? El joven lo miró asombrado. En primera instancia le había parecido que aquel sujeto era una especie de ser salido de Niflheim, el inframundo donde gobernaba Hela la hija de Loki. Se asustó al ver la cantidad de vendas que llevaba el errante en su rostro pero luego, con el tiempo, decidió que era mejor así. El hombre aquel se encontraba sentado sobre el tronco de un árbol comiendo una alimaña que había casado en aquel lugar. De repente el muchacho se dio cuenta que tenía hambre. Allí, frente al errante, había un lindo fogón. -Come si deseas, hace tres días que te está esperando en el fogón, lo he recalentado varias veces. Espero que no haya perdido su sabor. El joven, hambriento, se lanzó sobre aquella carne deliciosa. ¿Estaba rica o tenía demasiada hambre? El errante espero a que terminase aquella comida para comenzar su cuestionario. -¿Quién eres? –Cuestionó el errante. -Mi nombre es Joli señor, ¿Cuál es su nombre? -¿Nombre? No tengo. Me llaman “El errante”, visito los pueblos de Midgard ofreciendo magia, ya no recuerdo como me llamo. El errante miró el crepitar de las llamas como hurgando en su mente. -No, no lo recuerdo –dijo finalmente con lo que pareció una sonrisa. Era difícil decir si lo era por el tema de las vendas en el rostro- ¿Y bien? ¿Qué hacías tirado en medio de la llanura desierta? -Solo buscaba algo llamado… Einherjer… -¿Einherjer? ¡Ja debes estar loco niño! Solo por curiosidad… ¿A que Einherjer buscas? -Creo que a uno de nombre Igor… -Para empezar: ¿Conoces la historia de los Einherjer? El joven meneó la cabeza negativamente explicando que ni siquiera sabía que era eso. -¿No? Bueno… Se dice que hace cien años, durante el Ragnarok, los Einherjer pelearon del lado de Odín para derrotar al malvado Loki. Pero luego del Ragnarok desaparecieron y nadie sabe que fue de ellos… Por cierto, ¿Tienes un colgante con la forma de una grulla real? -Sí, así es –Joli metió la mano entre sus ropas y sacó aquel colgante- me lo obsequió mi abuelo cuando cumplí los trece años, ahora tengo quince –aclaró ante la mirada sorprendida del errante. -Bueno, debo seguir mi camino, espero que te sientas ya mejor. -Sí, así es. Se lo agradezco de verdad. El errante Salió de la cueva e hizo unos metros cuando Joli lo alcanzó. -Disculpe que se lo pida de esta manera –se puso de rodillas- lléveme con usted. Tengo miedo de quedarme solo. El errante se lo pensó. Por un momento pensó en su ex aprendiz pero el sabía que no todos los humanos eran iguales. Además sentía una conexión especial con aquel muchacho. -Bien, te llevaré. Y de esta manera Joli encontró alguien a quien aferrarse ya que todos necesitamos alguien a quien aferrarnos
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| | | Raziel_Saehara
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 11/10/2011 Edad : 39 Localización : Villa Bosch, Argentina
| Tema: Re: Las cronicas de Midgard (novela) Libro I Lun Ene 02, 2012 3:04 pm | |
| Capitulo II: La torre de la magia suprema.
La ciudad de Lorien aquella mañana rebosaba de gente. Aquel día al parecer era un día de mercado. Los ciudadanos de muchas partes de Midgard traían sus pertenencias para venderlas. Los buhoneros, aquellos que venden y revenden sus mercancías, esperaban a los clientes adecuados para comerciar. Comenzaban con un precio alto para luego ir rebajándolo hasta un precio accesible que pueda comprar el cliente. A veces, muchas, los Buhoneros vendían aparatos o magia prohibidas por el rey. Para impedir esto existen “Los caballeros de metal”, una especie de guardias que pueden incautar lo que consideren “Peligroso”. En Midgard, la moneda que se utiliza para comerciar es el Musin, una moneda de plata u oro según su valor. Estás monedas son acuñadas en un lugar conocido como “El estado”; Nadie sabía de donde proviene aquel nombre ni que significado tiene. Se comentaba entre el pueblo que la palabra “Estado” era promontorio de la palabra “Muerte” algo que estaba vedado. Nadie en Midgard podía decir ninguna de las dos palabras. Muerto sí, muerte no. Era una cuestión de Tabú. Se decía que en los tiempos en los que los dioses mayores (Aesir) y dioses menores (Vanir) murieron, fue por esa causa. Por supuesto era una costumbre, a nadie se le cruzaba por la mente siquiera decir aquella palabra. Volviendo a la ciudad, allí, en Lorien, existía la “Torre de la magia suprema” un bastión más que torre. Allí, cuando un mago supremo –líder de los magos de la orden de Belén- invocaba alguna Volva o espíritu mágico este le preguntaba donde estaba la magia a lo que la Volva respondía según donde la magia estuviera. Por ejemplo: Si había un mago en potencia para reclutar en Axaroth, más específicamente en los llamados Campos del Alba –región que controlaban los Oscuros- el mago supremo debía ir hasta ese lugar. El lema de los magos supremos era: “Iremos por vos… vamos por vos… ¡Acá estamos!” y se basaba en su responsabilidad por obtener nuevos reclutas, ya que como dije antes ellos mismos en persona eran los encargados de ir a buscar a aquellos magos. Ha habido muchos casos en Midgard de magos famosos que han sido encontrados de esta manera. El ejemplo más sobresaliente de estos magos es el héroe conocido como Codeste. Un gran mago de la orden de Belén que logró matar a Noche, uno de los lobos que perseguían a la luna. Este mago vivió en el año veinticinco de nuestra era y fue el que inició la búsqueda de la magia junto con el lema antes mencionado. Su sucesor, un hombre humilde y sabio, era quien lideraba a los magos supremos en estos tiempos. Su nombre era Dixon. En aquellos momentos Dixon recorría el bastión, ya que como aclaré antes de “torre” solo tenía el nombre, y pensaba en algunos sucesos que se estaban aconteciendo allí. Para empezar las Volvas ya no le hablaba, no querían hablar de la magia. Definitivamente algo malo estaba pasando. Para colmo de males, él que era el gran conocedor de todos los secretos de la magia, estaba algo enfermo, aunque se mantenía en pie todavía gracias a la magia “Hálito de vida”. No quería pensar en su… muerte. Si para él no era ningún misterio. No era tabú como para los demás. Él, como el resto de las personas en Midgard, no conocía de donde provenía la palabra pero tampoco le interesaba mientras esta no afectase a sus tareas dentro de la torre. Mientras iba pensando en estos asuntos y otras cosas, entró en la gran sala común. Allí, un grupo de magos aprendices jugaban al Píxel. La magia no era solo para matar o para encontrar riquezas, también servía para otras cosas; cosas de la vida cotidiana por ejemplo. Y una de las cosas que más divertía a los magos era Pixelar. Para ello tomaban una hoja de papiro y proponían un tema. En aquella ocasión el mago había seleccionado el tema “Amor”. El mago Pixelante buscaba dentro de su cuerpo lo que significaba para el aquella palabra y recurriendo a la magia creaba en el papel una imagen con ese sentimiento. No siempre eran sentimientos, a veces hasta eran imágenes de héroes caídos en la guerra contra los oscuros. Dixon pasó junto a ellos. Ellos lo miraron ya que era raro ver al mago supremo por allí, pero volvieron a sus asuntos tan rápido que Dixon no se dio ni cuenta de que lo habían mirado. El mago supremo se dirigió a una de las mesas, en las cuales estaba comiendo una chica algo magullada y hasta sucia se podría decir. Uno de los guardas, caballeros de la orden de Tarsis, que estaba junto a la joven saludo con sumo respeto y cuidado al viejo. Dixon la observó de arriba abajo. -Déjennos caballeros… Los caballeros no dudaron en seguir la orden del mago supremo. La chica estaba sentada en un banco largo de madera en el que podrían haber entrado hasta diez de ella si quisieran ya que su extrema delgadez así lo permitía. Estaba vestida con ropas de lana verdes y llevaba el pelo rubio en un rodete algo desalineado. Ella devoraba aquel manjar que le había entregado otro de los magos al servicio del supremo con total avidez. -¿Te gusta lo que comés? –Preguntó Dixon sonriéndole detrás de la barba. La joven levantó la mirada y se pasó la manga de la túnica por su manchado rostro. -¿Por qué esa mirada? ¿Acaso te he hecho algo yo? La joven corrió el bol en el que le habían traído la comida, lo miró fijo y dijo: -Ane et Erum, Unum et Wikof, Solaris kae Quin. Gure eko Ferki: Muerte, loe nigo jun teri. La joven sonrió ya que vio que el mensaje era captado. Por supuesto la joven pertenecía a la tribu de los solares y su belleza, a pesar de la mugre y lo desalineada que se encontraba, lo demostraba. El lenguaje en el que hablaba era uno de los aprendidos por el mago supremo así que entendió perfectamente. El mensaje fue el siguiente: “Me mandan Erum, Unum y Wikof, solar de Quin y este es lo que dicen: la muerte va por tu hijo” Por lógica, Dixon tenía un hijo que también era mago, en realidad tenía otro pero hacía años que no sabía nada de él… desde que fue expulsado de la torre... Erum y Unum eran hijos de Wikof, también llamado “Solar” en las tierras de Quin en Cupelheim y había enviado a aquella sirvienta para que le avisara. Dixon se alejo de allí con paso decidido. El caballero de Tarsis al cual le había hablado seguía cerca de allí observando todo. -¿Vuelvo a mi puesto de guardia santidad? -No. Escoltá a la soleada a una habitación. Hasta que ella lo pida quedara allí. Y con estas palabras el mago supremo volvió a sus quehaceres. Por más que le doliese. Ya no había nada que pudiera hacer. ¡Que Odín se apiade de su alma! . …En las tinieblas todo es más fácil… huí, escóndete y viví para contarlo… Matriel despertó. Estaba en una celda oscura… débil… herido… la vida se le iba. Trató de ponerse de pie en aquella mohosa celda pero justo cuando lo lograba escuchó unos pasos en el pasillo. Buscó su bastón mágico tanteando la fría pared que tenía a sus espaldas pero no lo encontró. Se dijo a si mismo que debía pensar rápido. Decidió hacerse el muerto. Una silueta se detuvo frente a la reja. En ese momento cerró los ojos. Escuchó que hablaban en Oscuridad, el idioma de los oscuros y entendió a la perfección lo que decían. -¿Qué hacemos con este? -El rey de Axaroth a pedido verlo, pero creo que hemos llegado tarde. -No lo creo así… Matriel sintió como el aliento de aquel ser asqueroso y repugnante se posaba sobre su tierno cuello. ¡Lo había descubierto! ¡Estaba muerto! -No, tienes razón, está muerto. Hay que avisarle al rey. Escuchó como los dos oscuros se iban, dejando su “Cadáver” ahí “Muerto”… El dolor en la herida le escocía y si no comenzaba a tratarla se le infectaría y ahí si que estaría muerto. Aunque no tuviera su báculo mágico la magia en el era poderosa. Llamó a los seres primigenios y proyectó una curación sobre su piel. Comenzó a pensar en que pasaría luego de curarse. Por más que saliera de aquella jaula, los oscuros tenían el Daggerfort… ¿Cómo escapar a eso? Esperó hasta el momento en que se sintió curado. En ese momento algo pasó. Vio asomarse en aquella cueva lóbrega y sucia la cabeza de un Oscuro. ¡Lo había visto! -¡Alto humano! -Dijo en perfecta lengua humana- ¡Te puedo ayudar a salir de acá! Matriel no podía creerlo. Un Oscuro ayudando a un humano a salir de un agujero donde, quizás, él mismo lo había puesto. Matriel lo miró sorprendido. ¿Qué razón podría haber detrás de aquella traición a los suyos? Muchas preguntas le cruzaban por la mente en aquellos momentos, pero la desesperación podía más. -¡Sácame de acá y te daré…! -Nada, no quiero nada… solo pido que me lleves ante tu rey… ¡Quiero parlamentar! -Bien, trato hecho… ¿Cual es tu nombre? -¿Mi nombre? Solo llámame Saku, ¿de acuerdo? -De acuerdo. -¡Retrocedé! –El Oscuro clavo su daga en el suelo y la reja se convirtió en añicos… -¿Cómo…? -No hay tiempo, vámonos, por cierto humano, ¿tú nombre es Matriel? ¿Verdad? -Así es… Soy el hijo del supremo mago, líder de la orden de Belén, y puedes contar conmigo para lo que sea. De esta manera empezó la huida.
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| | | Jack
Mensajes : 562 Fecha de inscripción : 14/06/2010 Edad : 35 Localización : ¿Realmente importa?
| Tema: Re: Las cronicas de Midgard (novela) Libro I Vie Ene 06, 2012 2:11 am | |
| Bastante interesante, lastima que pronto va a cambiar el formato del foro... deberias preguntarle al S.mod si se podra subir trabajos despues | |
| | | Raziel_Saehara
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 11/10/2011 Edad : 39 Localización : Villa Bosch, Argentina
| Tema: Re: Las cronicas de Midgard (novela) Libro I Lun Feb 06, 2012 4:28 pm | |
| Capitulo III: La huida del oscuro y el humano.
Saku, el oscuro, y Matriel, el hijo del mago supremo de la orden de Belén, caminaban en aquellos momentos por uno de los impenetrables túneles. Matriel aún no entendía como era que aquel oscuro lo estaba ayudando. ¡Él había manchado su túnica con sangre de seres como su nuevo compañero sin pensárselo dos veces! -¿Por qué me estás ayudando? –Dijo por fin- ¿Acaso planeas traicionar a tu patria? -Mucho más que eso humano… mucho más que eso. Saku, no parecía muy contento. De hecho no lo estaba. Algo iba mal. Las guardias se hacían cada una hora, según el sistema de medición Oscuro, y ya habían pasado alrededor de seis horas. Lo extraño es que nadie los perseguía. -Apúrate humano –le espetó el oscuro con cierto desdén en su voz- ¿Quieres volver a esa celda? –Una sonrisa se dibujo en su rostro- ¿O prefieres estar frente al gran oscuro? -Si no te molesta, preferiría que me llamaras “Matriel” ¿Cuál es tu nombre? -No voy a decirte mi nombre hasta que lleguemos a tu famosa torre… Saku decidió apurar el paso. Comenzó a pensar lo que les pasaría si los atrapaban y no le gusto lo que imaginaba. Él sabía quien era aquel humano y si no lo encontraban de un momento a otro seguro lo borrarían del mapa. Matriel se preguntó como llegarían a Lorien pero pronto sus dudas quedarían aclaradas. Tuvo que agacharse un poco para pasar el tramo final de la cueva en la que estaban. De pronto, delante de ellos, estaba la salida. -¡Bien! ¡Ya hemos llegado! ¡Somos…! Las palabras quedaron agolpadas en su garganta. Allí fuera, debajo de un Ombú de gran tamaño con peculiar parecido al antiguo Yggdrasil (El árbol de la vida) se encontraba un dragón negro y al parecer había devorado ya a varios humanos viendo los cadáveres desmembrados a su alrededor. La parálisis y el miedo se apoderaron de Matriel. -¿Qué pasa? –Dijo el oscuro con una sonrisa a flor de piel, al parecer se divertía con aquello. -El dragón… -Logró articular Matriel y advirtió la sonrisa de aquel ser- … ¿Qué…? ¿Qué significa esa sonrisa? -Significa que vas a morir… -El oscuro lo miró de tal manera que Matriel sintió miedo. Quería huir pero estaba paralizado por el terror. El oscuro rió- Estaba bromeando. Matriel pensó que no le causaba gracia nada de aquello. De pronto comenzó a entender… Si el dragón no era para devorarlos entonces… -¿Piensas viajar en eso hasta la torre de la magia suprema? -Sí… Lo que temía. Pero era mejor transportarse en eso que morir devorado parte por parte. Saku se acercó a una campana que estaba sobre una piedra y la hizo sonar. El dragón abrió los ojos y rugió fuertemente. Sus orificios nasales largaban de repente un olor ocre a quemado, como si hubiesen encendido una caldera al lado suyo, pensó Matriel. -¡Gordon! –Dijo Saku y el dragón lo observo con sus profundos ojos verdes amarillentos- ¡Quiero que me lleves a Lorien! El dragón miró a Matriel. -No, él va con nosotros. Gordon bajo su cabeza y el Oscuro subió. -¿Qué esperás? ¿Querés quedarte acá? Matriel tomó coraje y subió al lomo. -¡Agárrate! El dragón desplegó sus enormes alas y ascendió en vuelo alto. -¡Volá alto Gordon! –Le indicó Saku y echó una ojeada a su acompañante. Estaba pálido como un fantasma. Sonrió con satisfacción. El viaje seguramente duraría todo el día ya que se encontraban lejos de la ciudad de Lorien. Axaroth, la tierra de donde provenía aquel elfo oscuro, estaba aún bajo su control pero solo gracias al Daggerfort, la reliquia de los oscuros. Según la leyenda el príncipe Vedan, un oscuro que vivió en tiempos del Ragnarok, obtuvo esa reliquia de manos de Odín. Todos en Midgard conocían el efecto devastador de aquella reliquia pero nadie jamás la había visto. Nunca nadie siquiera había hablado con el Gran Oscuro como para averiguarlo. Gordon hizo una parada del viaje al costado de unas montañas. -¿Por qué paramos acá? –Quiso saber Matriel. -Gordon tiene que descansar. Llevamos viajando casi medio día, aunque tampoco podemos descansar mucho ya que hay otros dragones como Gordon dispersados por Axaroth que los demás podrían usar para alcanzarnos. -Perfecto, entiendo el punto y me parece razonable… lo único que no entiendo es… Ambos a la par dijeron: “¿Por qué me salvaste?” Saku rió. Su risa era gélida y no dejaba ver ni un rastro de amistad. -Todo a su tiempo –dijo finalmente- ¿Qué apuro hay por saber la “verdad”? -Es que no entiendo… -No hay nada que entender, yo te salve ¿verdad? Estás vivo gracias a mí ¿Qué más necesitás? Matriel reflexionó las palabras del Oscuro. Este se acomodó debajo de la sombra de un árbol y, acurrucándose entre su capa de viaje con la cual estaba vestido a diferencia de Matriel que solo tenía la ropa de mago de la orden de Belén a la que pertenecía, se durmió. ¿Acaso no le molestaba que pudiera traicionarlo? ¿El Oscuro confiaba tan plenamente en él que se daba el lujo de dormirse prácticamente ignorándolo? Matriel se dijo que era mejor dejarlo dormir. La verdad conocía poco y nada a Saku o a cualquier Oscuro. De hecho en aquel momento se preguntaba porque razón peleaban. ¡No era así con los enanos ni con los Solares! Acaso… Se dio vuelta y dejó al oscuro allí. Decidió que cazaría algo para la comida. ¡Hacía una semana que no probaba carne! Pero había un problema. No tenía armas para realizar aquello y fuerzas casi no le quedaban. Recordó que Saku tenía en su poder una daga. Aquella con la cual lo soltó de su prisión. Pero el Oscuro se encontraba durmiendo… Se acercó y se agachó junto al elfo. Vio allí colgando inerte la daga. De pronto sintió que algo lo invadía. Se trataba de la magia. Un aura mágica lo envolvía. La magia le hablaba. “…Saben… Donde están… Que hacen… ¡Vuelvan!” -¿¡Qué hacés humano!? –El Oscuro lo observaba curioso, bajó su mirada y vio la daga. El Oscuro se puso en pie. Matriel también. -Solo quería… Yo solo… -El humano no sabía como explicarse. -¡Querías robar mi daga! ¡Eso querías! El humano tragó saliva. Por un momento, cuando la magia lo había invadido, quiso. Pero su noble espíritu fue más fuerte. -¿Con que has hechizado la daga? –Lo increpó Matriel haciéndolo a un lado y queriendo tomar la daga en su poder. Antes de que Matriel pudiera tocarla, la daga tocó el suelo y se llenó de polvo. -¿¡Que has hecho!? –Gritó el Oscuro dando alarido tan fuerte que….- ¡Oh no! ¡Gordon no! El humano volteó a mirar al dragón y vio para su sorpresa que él yacía allí herido. -¿Qué pasó? –Dijo Matriel que en aquel momento se acercaba a curar al dragón. Vio en un costado, junto al corazón, una herida tan grande que hubiese pasado por hecha con aceite hirviendo- ¡Lo curaré! -Pero ya casi no tenés fuerza vital… -Esa daga… -No tiene magia curativa, solo magia destructiva… -¿Qué es esa daga? -No es una daga común… Es el… -Saku suspiró- …es el Daggerfort. -¿Qué? ¿Tuviste algo tan peligroso todo el tiempo con vos? ¿Para que lo trajiste? -Pensé que si se lo entregaba a los humanos todo estaría mejor… Nunca pensé en los riesgos… Y ahora mi mejor amigo está… está… Matriel pensó unos momentos. No podía dejar que muriera. No podía permitirlo. -¡Tengo una idea! Quizá funcione… Dame el Daggerfort… -¿Qué vas a hacer? -¿Querés salvarlo o no? –Saku le entregó el Daggerfort con algo de miedo. No quería dejarlo morir. -Rashem… -¿Qué? –Se sorprendió Matriel. -Mi nombre real es Rashem, príncipe e hijo del Gran Oscuro. Matriel, si salvás a Gordon te juraré lealtad a vos y a cualquier humano que sea tu amigo. -Te lo prometo, salvaremos a Gordon. Matriel corrió hacia donde estaba la herida de Gordon. Se puso de frente a esta y comenzó su oración. -¡Diosa de la magia, de la curación y de la agricultura! ¡Manifiéstate! –Una joven humana de color transparente apareció allí invocada y tocó el Daggerfort- ¡Cúralo Freya! -Suerte… La daga se clavó en la herida del dragón y una luz caliente salió disparada de ahí… una luz santa que indicaba curación.
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