Monterrey, Nuevo León.
Mizada Mohamed terminó su turno en la sala de meditación y avanzó por el circuito telefónico. El pasillo era un sitio de relajación y conexión astral; sentados en posición de loto, los estudiantes se concentraban en espera de la siguiente llamada a atender. Mizada estaba orgullosa de su Academia; ella misma había seleccionado a jóvenes talentos en las aptitudes psíquicas y en la videncia, para entrenarlos personalmente.
Rodrigo Duarte, un joven al que encontró perdido en el Amazonas, y al cuál arrebató de una sanguinaria tribu de aborígenes antropófagos, descolgó la línea con su poder telekinético. El rostro de Rodrigo, andrógino y misterioso, se encontraba cubierto por un par de anteojos de cristal de cuarzo, mientras su cabeza rasurada refulgía con un aura producto de una década de intensa meditación.
- Bienvenido sea a la Línea de Mizada - contestó, con voz acompasada y lenta, en un ritmo hipnótico y con la mayor lentitud posible.
Mizada sonrió. Al igual que hacía Yoda, el gran maestro Jedi, se trataba de una prueba de paciencia. Muchas de las ignorantes personas que llaman, piensan que la lentitud es para cobrar más por minuto. No. En realidad la lentitud del contestador se debe a dos razones:
1. Se encuentran recaudando energía del cosmos para determinar la identidad, los problemas y todo lo que necesitan saber sobre su interlocutor. Y eso toma tiempo y esfuerzo tremendos.
2. Prueban la fé y resistencia mental del interlocutor, sus ansias y deseos de conocer su futuro y encontrar la solucion a sus problemas.
Muchos de ellos cuelgan al minuto, sabiendo que el cobro será grande. Pero sólo aquellos que esperan son recompensados por su sensatez y sabiduría.
Mizada tocó el hombro del joven, apoyándolo con su energía del karma, mientras caminaba a observar al resto de sus discípulos. Todos vestían a la usanza tibetana, añadiendo valiosas piedras preciosas y cuarzos, poseedores de un gran poder y sabiduría e indispensables para alinear los chakras. El suelo del lugar estaba forrado por alfombras persas de los Dioses de los Secretos, y el techo tenía pintados mandalas que colaboraban a la concentración y el flujo de la conciencia cósmica. Frente a ellos, una estatua dorada del poderoso Buda regía la conquista espiritual; fuentes de aguas traídas de Oriente y cristales de concentración de Indochina permeaban el ambiente, haciendo fluir el feng shui a su máxima revolución. Se trataba de su amado centro de trabajo; del lugar perfecto para comunicarse con la divinidad.
Tachada por algunos de charlatana, muy pocos en realidad sospechaban el poder y sabiduría de la magnífica vidente y, como era natural, ella no hacía caso alguno a las críticas.
Hace más de 50 años, la eternamente joven Mizada, junto al poderoso Walter, la misteriosa Zazú, y la camaleónica Amira, habían concordado en el centro de México, lugar cósmico donde habitaron antiguos dioses y poderosos chamanes. A partir de entonces, con la llegada del teléfono y la entrada de México a la modernidad, decidieron que ellos serían los destinados a salvarlos. Con la ayuda de sus poderes, resolverían los males que aquejaban a las personas, y pondrían el destino de Dios en marcha.
Televisa y TV Azteca, dos nobles empresas inspiradas por el propio Señor del Cielo, con el tiempo ofrecerían su apoyo, consolidando su industria de emisarios divinos. Ambas empresas, en sumo grado espirituales y preocupadas por la salvación, tenían sólo de fachada la idea de proporcionar entretenimiento. En realidad, se encontraban en estrecha relación con el Opus Dei, el más poderoso instituto de protección de la fé, y la liga católica de El Yunque, la fuerza política que más se había preocupado de la salvación de la nación.
Juntos, habían protegido al país de múltiples amenazas: la invasión de los chinos, con sus perniciosas ideas cósmicas, luego de eso, los comunistas que optaban por abandonar la religión. Y más tarde, el asalto había sido ideológico, primero con los funestos aquerrales creados por el Rock N Roll, y luego con los instrumentos satánicos del Anime, y sus perjuras y blasfemas series: Los pitufos, Evangelion, Sailor Moon y Dragon Ball Z. Todos ellos instrumentos creados por el propio Satanás para corromper y destruir las bases de la fé católica. Por desgracia, y aunque lograron frenar la entrada de este peligroso material a la televisión mexicana (en la que se habían colado por un descuido), con la llegada del Internet, cada vez eran más los inocentes y nobles jóvenes católicos que se abrían a pecados mortales como la libertad sexual, la homosexualidad, la violencia, la libertad de religiones y la tolerancia.
Y actualmente, los videntes y los honestos políticos del país se encontraban reuniendo toda su fuerte espiritual para detener las aberrantes reformas que amenazaban la salvación del país: el matrimonio homosexual, las adopciones, el laicismo.
Por desgracia, eran aún muchos los no creyentes; esa gente que pensaba que los Teletones eran creados para evadir impuestos, y que criticaban los servicios que los videntes ofrecían por el simple costo de unos pesos.
Pero no: el servicio de Mizada, como el de los demás, era totalmente honesto y bienintencionado. Mizada y los otros ponían su poder y experiencia y contactaban directamente a Dios y las Santos, pidiéndoles, como amigos personales que eran, que solucionara, con su divina omnnipotencia, los problemas de la gente que llamaba. Pero si Dios veía que esa persona no tenía una fe ciega, ignorante de otra cosa que no fuera la fé en Dios, el milagro no ocurriría. Es por eso que se necesitaba una fé total en Mizada, y en Dios.
Y el dinero, por supuesto, no era para ellos. Se trataba de una recaudación que se llevaría al Vaticano, para la construcción de artefactos divinos, el apoyo a obras de caridad y muchas otras empresas cristianas.
De repente, Mizada sinitió un cosquilleo en su nuca. Se trataba de Walter. La energía del exótico caballero implicaba que se encontraba cerca, quizás a sólo algunos cientos de kilómetros. A Mizada le extrañó que hubiera vuelto tan pronto de su expedición a las Islas Canarias.
"Mizada..."; la poderosa voz del telépata resonaba en su cerebro, "Mizada, soy Walter. Hay terribles noticias. Una nueva amenaza se cierne sobre México..." repentinamente, la comunicación se perdía. La voz de Walter sonaba como con estática. Mizada recordó sus oraciones, gesticulando como un susurro cuando las repetía. "Mizada: debes reunir a los demás... La Virgen... Una aparición... El mundo entero... peligra..."
Una vez que la conexión se perdió del todo, Mizada inspiró fuerte. Su pecho subía y bajaba con dolor; estaba sudando. Entonces había de echar mano a toda su experiencia y la fuerza de su espíritu. Corrió más allá de la sala de recepción, bajó las escaleras. Sus ojos brillaban verdes, como los de una fiera. Una vez que llegó a la puerta principal, extendió su capa. "Reunir... a los demás". A una velocidad impresionante, emprendió el vuelo hacia el Cerro del Chiquihuite.